CARTAS AL MÁS ALLÁ
Una tarde que me encontraba paseando por la pequeña sección de librería de una tienda departamental encontré un título que me pareció por demás interesante: “Cartas de amor a los muertos”, inmediatamente voló mi imaginación, ¿qué le diría a un ser querido que ya se ha ido, que ya no pertenece a este mundo, si le escribiera una carta? la idea me pareció tan abrumadora por sí misma que de inmediato la deseché, a decir verdad no creo que lograra pasar de la primer palabra, de modo que continué mirando los demás libros y leyendo las sinopsis de las contraportadas, hasta que encontré otro título similar: “Cartas a los perdidos”, pensé que era sumamente extraño encontrar otro libro tan parecido y despertó mi curiosidad (ya que dicen que las casualidades no existen) y entonces me interesé verdaderamente en leerlos. A continuación les comparto lo que a mi juicio fue más interesante en cada uno de los libros:
CARTAS DE AMOR A LOS MUERTOS.
Es una obra de Ava Dellaira que inicia con la tarea que una estudiante de preparatoria realiza para la materia de literatura que consistía en escribir una carta para una persona que ya hubiese fallecido, curiosamente Laurel (la protagonista de la historia) en lugar de escribirle a un familiar o amigo, digamos alguien que conoció en persona le escribe a Kurt Cobain de la banda Nirvana, así inicia una serie de misivas dirigidas a diferentes personajes famosos de la cultura popular norteamericana, cantantes y actores en su mayoría como: Jim Morrison, Amy Winehouse, Janis Joplin, Heath Leadger, River Phoenix, Judy Garland, y algún personaje histórico como la aviadora Amelia Earhart que desapareció en un vuelo sobre el océano pacífico mientras intentaba dar la vuelta al mundo. Lo curioso es que Laurel nunca entrega dicha tarea pues se convierte en algo muy privado, una especie de diario personal en el que entreteje tanto vivencias del presente como reminiscencias de su pasado, donde el lector se convierte en confidente involuntario y espectador de la vida de la jovencita y de sus amigos; y de pronto nos encontramos explorando el insondable y siempre abrupto y tortuoso mundo del adolescente; empezando por la dificultad que representa cambiar de escuela, imitar a alguien para encontrar nuevas amistades, la emoción del primer noviazgo hacía el despertar de su deseo sexual, el descubrimiento de la naturaleza gay en la íntima y muy estrecha relación de sus nuevas y mejores amigas, atravesando por la experiencia de embriagarse al tiempo que se intenta ocultar un terrible secreto. Sin embargo el tema fundamental en torno al cual gira toda la trama es el aparente suicidio de su hermana mayor May a quien Laurel siempre ha guardado una admiración vehemencial (por eso la imita) y que por alguna enigmática razón siente responsabilidad por las causas que envuelven su extraña muerte y por si fuera poco para rematar, el abandono por parte de su madre, en una etapa tan difícil. El suspenso que genera este misterio dura demasiado para mi gusto y se devela en las últimas páginas a tiempo para concluir con un feliz final, en el que Laurel confiesa el motivo de su congoja por lo sucedido, no solo en las últimas horas de vida de su hermana sino en los últimos meses en los que por una absurda fidelidad encubría sus salidas furtivas y lo caro que tuvo que pagar por ello, por otro lado sus amigas lesbianas enfrentan al mundo valerosamente, su madre vuelve a su lado y a interesarse en ella y consigue volver con su príncipe azul, su primer gran amor después de mucho sufrimiento, recibe atención psicológica para afrontar sus traumas, etc. En términos generales el libro es entretenido aunque a decir verdad los pasajes en los que se refieren a programas de tv de dominio común en la Unión Americana (donde al parecer hay un caballo llamado Ed que habla y hasta se ríe) resulta incomprensible y aburrido para el resto del público lector que no estamos familiarizados con ellos así como también la constante mención de letras de canciones o pasajes en la vida de los personajes famosos a quienes se dirigen las cartas, bueno creo que si eres seguidor de Doors o Nirvana lo apreciarías mejor de lo contrario es solo paja.
Lo más rescatable de este libro es darnos cuenta de cuanto puede dañar a una persona llevar un secreto a cuestas, sobre todo para un adolescente, siempre deben tener una persona en quien confiar y a quien recurrir en busca de apoyo, aunque esto resulte en una tarea titánica. Disculpen que no les revele el misterio que envuelve la historia, prefiero que lo descubran por sí mismos.
CARTAS A LOS PERDIDOS.
De la autora Brigid Kemmerer relata la historia de una joven llamada Rowan que visita casi a diario la tumba de su madre quien en vida fuera una reconocida fotógrafa de guerra y acostumbrada a los peligros que enfrentaba en las zonas de conflicto muere paradójicamente en un accidente automovilístico al volver a casa. La chica, acostumbrada a escribir cartas a su madre durante sus largas ausencias continúa haciéndolo aun después de muerta dejando las mismas sobre su tumba, hasta que un día recibe una respuesta, (no de su madre, sino de un personaje misterioso), en una mezcla entre enfado y sorpresa Rowan sigue manteniendo correspondencia con el susodicho que parece entender muy bien su aflicción pues lleva un dolor muy similar a cuestas, la muerte de su hermana de la que se siente responsable. El enigma que constituye el mutuo anonimato despierta en los jóvenes un sentimiento de solidaridad y complicidad cuya magia desean perpetuar pues en realidad el personaje misterioso es un joven rebelde y problemático llamado Declan que asiste a la misma escuela y presenta servicio comunitario en el cementerio por una condena por conducir en estado de ebriedad, lo sé, suena horrible pero lo interesante es descubrir porque este joven de espíritu atormentado llegó a esta situación, conocerle poco a poco hasta entender que no es tan malo como lo han estigmatizado y corroborar como el externar esos conflictos internos puede hacer un mundo de diferencia en el modo en que el resto del mundo lo visualiza, solo hace falta la pequeña ayuda de un verdadero amigo, o de una maestra que haga un esfuerzo extra al no rendirse ante la actitud osca de un estudiante reacio a participar, o quizás el interés genuino del fastidioso supervisor del panteón cuando decide darle una oportunidad. En otro orden de ideas Rowan se encuentra inmersa en su propio infierno personal al atormentarse pensando continuamente que la muerte de su madre es su culpa pues la presionó a volver antes a casa, después de una prolongada ausencia. Así se desarrolla la trama entre una serie de vicisitudes que atrapan a los personajes en una relación de amor (a través de sus cartas) y odio (cuando se relacionan en persona por que se llevan bastante mal). Pero como en toda novela romántica triunfa el amor y al descubrir sus verdaderas identidades ya están prendados uno del otro. Lo interesante resulta ser cuando Declan por fin confía en alguien para contar esa pena que lleva clavada en lo más profundo de su ser y el lector queda totalmente perplejo al descubrir como este joven puede sentirse culpable cuando en realidad es una víctima, por otro lado Rowan también queda liberada de culpa en una dramática escena donde somos testigos de la gran decepción que tiene de su madre al revelar el último rollo que contenía su cámara personal.
No diré más para que lean el libro y descubran estos enigmas que al final son revelados, el libro es sumamente cautivante y podemos constatar la importancia de superar cada una de las etapas del duelo y no estancarnos en la culpa porque eso carcome el alma y cuando el dolor nos domina perdemos de vista nuestro entorno y la posibilidad de tener una vida plena.
Les invito a leer estas obras y a abrir sus corazones para escribir una carta a esa persona que ya no está en este plano existencial porque sin duda alguna resulta ser una actividad terapéutica y catártica, de la que podemos obtener un gran aprendizaje.